jueves, 11 de octubre de 2012

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España, aparta de mí este cáliz






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La luna nueva







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Bitácora de la tristeza






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Nicolás Guillén
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Nicolás Guillén
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Una bofetada y otros cuentos






Horacio Quiroga
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La ley de la vida y otros cuentos






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Las armas secretas






Julio Cortázar
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Cuentos






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Primer amor
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La isla del tesoro






Alejo Carpentier
El reino de este mundo







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El callejón de las ratas







Jack London
El llamado de la selva







Alexander S. Pushkin
Dubrovski







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Tifón







miércoles, 9 de febrero de 2011

Alexander Besú Guevara. Bitácora de la tristeza


MI VIEJO Y EL MAR

porque, padre, en enero te moriste.

Carilda Oliver Labra


13 de enero    te fuiste
padre mío
   
te esfumaste
Te hiciste roda y codaste
te hiciste estela
   
te hiciste
nao de maderamen triste
y crujiente
   
Navegar
de puerto en puerto
   
Atracar
Ir de taberna en taberna
hasta vararse en la eterna
neblina de la pleamar

Alexander Besú Guevara
Bitácora de la tristeza
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¿Cómo detengo esta furia
esta lágrima en el ojo?
Hoy el mar se ve tan rojo
padre
    como tu hematuria
Qué naufragio
   
qué penuria
qué golpe de mar terrible
El mar es tan inasible
tan hostil e imperativo
que es imposible estar vivo
con tanto mar
    Imposible

¿Qué es mi padre?
    ¿algún druida
advenedizo y pelágico
que murió de un pase mágico
un viernes trece?
   
¿la huida
de una gaviota aterida
manchada de óxido y brea?
¿un birreme que bojea
su propio dolor
   
tan recio?
No
   
Mi padre es sólo un pecio
Un rehén de la marea

Mi viejo y el mar
    La espuma
salitrosa y repulsiva
Mi padre va a la deriva
sobre un tronco de jocuma
La muerte
   
la húmeda bruma
el mar antiguo y redondo…
Todo parece tan hondo
Es lo mismo
   
Me confunde
Se hunde mi padre
   
se me hunde
13 de enero
    Hasta el fondo


domingo, 30 de enero de 2011

Atormentado de sentido (Ronel González Sánchez)

Atormentado de sentido
Ronel González Sánchez

¿qué hago yo aquí?

En mí yo no vivo ya...
 San Juan de la Cruz

 
En mi babel confiada a los extraños
de una provincia que el alcohol subvierte
como un peregrino ante la muerte
cargo mi maldición de treinta años.
Asciendo por los frágiles peldaños
de la literatura sin luz propia
porque yo sé que aunque mi mano copia
el fatum de una estirpe que no mengua
ante las catedrales de la Lengua
no soy más que el refugio de la inopia.

Por desafiar lo inverosímil creo
no ser un personaje protagónico
que ambiciona el laurel decimonónico
o un sitio en el estrado. No deseo
esas jurisdicciones que al ateo
deslumbran. Acercarme a la imposible
comunión con lo oscuro incognoscible
es mi obsesión ahora. En el posludio
de las aberraciones, me repudio
y busco mi otredad en lo invisible.

Cuando pienso que añado al simulacro
escritural un sólido arquetipo,
vuelvo a las sombras como vuelve Edipo
a la caducidad de su ambulacro.
¿Adónde me conduce el fuego sacro
de las palabras que medito? ¿Cuáles
conformarán los ámbitos causales
del porvenir? Sin herramientas hurgo
en las premoniciones de un demiurgo
que abjura de sus aguas maternales.



jueves, 20 de enero de 2011

Yamil Díaz Gómez. Fotógrafo en posguerra


CRÓNICA DE CINE
                                                        
                                                     Yamil Díaz Gómez


Me gustan las películas donde ganan los malos.
El cine fue inventado para que los protagonistas
regresen vivos de todas las batallas;
pero sin malos no habrá batallas ni protagonistas.
De no existir los malos,
¿quién bajará al infierno por rescatar a una mujer?
De no existir los malos, ¿cuál pretexto
inventarán los buenos para sobrevivir?
 Lo único eterno son los malos.

Yamil Díaz Gómez
Fotógrafo en posguerra
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Los malos son los verdaderos héroes.
Sin amar a los malos no hay grandeza;
es demasiado fácil estar de acuerdo con la diva o el galán.

Me gustan las películas donde ganan los malos
porque nadie más malo que yo mismo.
Yo reparto boletos. Yo prendo el proyector.
Anuncio en cartelones las escenas del crimen o el rapto de la novia.

El cine fue inventado para pagar por que otros sufran.
Ahora cientos de malos vienen a mi taquilla,
lanzan al aire su moneda firme:
menos su propia maldad, todo lo apuestan por el héroe.

Ahora no existe nadie más malo que yo mismo.
Yo fijo el precio por mirar un falso porvenir.
Y abro la puerta.
El cine fue inventado para pagar por que otros sufran.
El cine fue inventado
para ponerle voz a la desgracia.